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jueves, 17 de junio de 2010

Entre candidatos y electores. Pandillas de Nueva York como punto de partida para distinguir la realidad de la ficción


Los eventos electorales no han escapado a ningún genero televisivo o cinematográfico, desde las fantasías animadas que comanda Bugs Bunny en sus eternas peleas con Sam Bigotes por ser elegidos gobernadores, pasando por Los Simpsons, en la pugna que desarrollan el alcalde Diamante con Bob Patiño, La familia Ingalls donde una pequeña Laura hace hasta lo imposible para evitar que su pueblo sea gobernado por la insoportable Harriet Oleson, el afamado Cantinflas ingresa a la arena política en Si yo fuera diputado, donde retrata como es que deben cuidarse las ánforas electorales —hasta ahora—, el género documental aun es más atento respecto del tema, dentro de los más conocidos queda retratado Fahrenheit 9/11 en la que muestra señales de fraude en la reelección de George Bush y Slacker Uprising en la que pretende incentivar a ejercer su derecho al voto a los jóvenes universitarios norteamericanos, ambas entregas de Michael Moore, Mi nombre es Harvey Milk. Historia que relata al primer político homosexual en ser elegido concejal de distrito en la ciudad de San Francisco, El poder del Jefe en su primera entrega donde relata un descarado fraude para que el chivo llegue a la primera magistratura de Republica Dominicana, y así la lista continúa hasta retratarse en el género literario como en las propuestas de Santiago Roncagliolo en Abril Rojo, Manuel Scorza y su Cantar de Agapito Robles y el mismísimo Vargas Llosa en su autobiográfico El Pez en el Agua. El sufragio como tema ha sido delicia de directores y escritores, en un año electoral los que más disfrutan son los humoristas gráficos, en el caso peruano están Alfredo, Heduardo, Carlin, Revistas como Monos y Monadas, el suplemento semanal El Otorongo, que desnudan el cubileteo político al que se somete la sociedad peruana. Es así que me permitiré tomar como pretexto la película Pandillas de Nueva York para compartir situaciones reales —permítaseme, hablar más de una vez en primera persona— y tomare otras de la ficción tanto cinematográfica como literaria para retratar la vida electoral en mi país. Ver más

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