Ojalá pudiéramos motivar un
happening en este preciso momento, es decir, una experiencia multisensorial, de
hecho, el tener estas líneas en las manos, ya implica una relación
multihermenéutica compleja, se habla de imágenes lejanas, tal vez algunas
posiblemente alojadas en la memoria del lector, otras más cercanas a la
imaginación y fomentando cierta curiosidad, por ejemplo, si ahora dijéramos: el
cine judicial se resume a ese momento en el que Stallone en el papel del Juez
Dredd escucha del viejo Juez (Max von Sydow) la verdad, se revela su vocación
como protector de la ciudad que lo ha desterrado, el viejo yace moribundo a los
pies de una enorme estatua de la justicia, que si bien no tiene venda, está
cegada, como si le hubiesen quemado los ojos, sostiene la balanza en su mano
izquierda, se ilumina intermitentemente por algo que asimila relámpagos pero
podría ser una luz que tiene un falso, en aquél lugar en el confín de la ciudad
donde comienza el exilio, la estatua delimita el mundo seguro del desconocido y
destruido de aquella sociedad posapocalíptica. El juez Fargo muere, Dredd toma
su metralleta imponente se pone al pie de la estatua de la justicia como para
hacer un juramento, es apurado por Rob Schneider que hace el papel de un
prófugo y acompaña a Stallone en su periplo, entonces Dredd, con sangre en la
cara, fruto de la resistencia que le ha llevado a ese momento aciago, corta
cartucho, hay una elipsis y lo vemos entrando a la ciudad nuevamente, ha dejado
de ser un juez tradicional para convertirse en un justiciero.
Si usted ya vio la
película quizá recuerde algo, pero seguramente los detalles los habrá olvidado,
o tal vez este es el caso en el que nuestra imaginación los está magnificando.
Pero la semiótica es muy simple, en un clásico de ciencia ficción basado en un
gran comic: una sociedad violenta, en esta película convulsionada además por el
advenimiento de un dictador que trata de reducir a cenizas el sistema de
justicia, surge un héroe, el Juez Dredd, que se encargará de volver todo al
orden. La vocación del poder judicial en unas cuantas imágenes, que sufre las
vejaciones del poder político, que sucumbe en algunos casos, pero que al final
se recompone para ayudar a la sociedad, de la que se hace ayudar, pero ha
tenido que correr sangre, y en eso van incluidos algunos jueces, aunque la
esperanza se basa en los nuevos como la Juez Hershey (Diane Lane), que hay que
decirlo es mujer. El cine nos dice mucho, en este caso el drama judicial, que
para algunos puede ser tan kitsch que
o bien raya en el cine de culto o hace reír, entonces tragicomedia porque lo
uno nos lleva a lo otro.