Dirigida por Jodie Foster. Se trata de un drama familiar donde el padre (Mel Gibson) cae en una profunda depresión y termina por ser adoptado por una marioneta que termina por controlar su vida. También actúa allí Jodie Foster (como la madre y abnegada esposa) y Anton Yelchin quien hace una excelente interpretación del hijo mayor. La película es muy regular, pues no es convincente la actuación de Gibson, dejándose perder una excelente oportunidad para retratar los traumas psiquiátricos que están de fondo en la película. Sinceramente, hay escenas que supuestamente son dramáticas que parecen sacadas de una comedia. El papel de Jodie Foster es, igualmente, poco convincente, aunque creo que logra una mejor presentación del drama que la que hizo Gibson. Quien sí la sacó del estadio fue Yelchin. ¡Qué buena interpretación! Lo que saco, como mensaje, es el valor de acompañar al otro. El acompañamiento es un valor cuando se ofrece a quien lo necesita. Igualmente, palpita en el fondo el gran dolor de la sociedad burguesa contemporánea: a soledad asociada a la depresión. No la recomiendo mucho.
Andrés Botero Bernal
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