Dirigida por Carlos César Arbeláez. Sé que voy a generar polémica pero la película (algo que va más allá del mensaje) no me gustó. Si se trabaja con actores naturales, los guiones deben ser sueltos (lo que no sucedió aquí, donde se nota cierta rigidez en los protagonistas). El manejo de cámaras es muy mediocre. La trama busca generar sensiblería en el espectador, para lograr así su apoyo al film, pero no lo cautiva con una narración o relato sui generis, ni con buena dirección, ni con buena imagen, ni con buena música de fondo o incidental. Incluso, lo bonito que hay de fotografía no es por la dirección de fotografía sino porque los paisajes hablan por sí mismos. Entonces, el que la película genere angustia, tristeza y misericordia en el espectador (algo muy loable pues este film retrata una dura realidad colombiana) no puede llevarnos a valorarla, por este mero hecho, como buena cinematográficamente. No confundamos el valor estético de una producción, con los sentimientos (buenos o malos) que genera la trama, en este caso, por una trama que relata el dolor que pasaron y pasan miles de familias colombianas desplazadas. Sí rescato, pues, la reflexión que se genera de fondo: la necesidad de ponernos en los zapatos de las familias campesinas que quedan atrapadas dentro del absurdo conflicto colombiano. La recomiendo por su trama, aunque con reservas.
Andrés Botero Bernal
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