Dirigida por Lee Tamahori. Cuenta la historia de un doble del hijo de Saddam Hussein, Uday. Este “doble” termina por ser testigo de la brutalidad del régimen de Hussein, agravado por la personalidad límite y perversa de Uday. El actor que hace de Uday logra una excelente interpretación, aunque no tanto quien hace de “doble”, a pesar de que éste sería el protagonista de la obra. Se trata de un film con muy buena producción y un mediocre director (tal vez limitado en su creatividad artística por las exigencias de quienes financiaron la obra). Igualmente, otro serio problema de estas películas es que, por temas de mayor aceptación del público gringo, se habla en inglés estadounidense. De vez en cuando, incluso sonando ridículo, aparece una que otra palabra o frase en árabe para retomar en seguida el inglés. La verdad, no me gusta esto pues deja en claro el colonialismo cultural al que se somete el séptimo arte. Como mensaje, resalto el dolor de quien es humillado por el poder. Terrible ver personas que se creen dueños del mundo, especialmente porque fueron educados en ambientes donde sus padres en vez de formarlos los deformarlos al hacerles creen que en la vida lo importante es el fin, sin pensar en los medios. Es una película que entretiene pero no es, ni desea serlo, una película-arte. La recomiendo para quien desea entretenerse.
Andrés Botero Bernal
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