Por Natalia Mendoza Servín
En
el año 2013 se estrenó en México la película del Llanero Solitario, dirigida
por Gore Verbinski, basado en el Llanero Solitario (The Lone Ranger) de George
W. Trendle y Fran Striker.
A
diferencia de la mayoría de las películas en las cuales, los personajes que
representan algo de la vida del abogado o del quehacer judicial son seres
corruptos y despreciables por el resto de las personas que se desenvuelven
dentro de la trama. El protagonista John
Reid (El Llanero solitario) es un abogado diferente, puesto que frente a toda
adversidad que implica hacer justicia (en el caso de la película, justicia por
su propia mano), la voluntad de John se tuerce a favor de lo que la ley ordena.
A
pesar que su compañero de equipo, el nativo Toro, le hace ver que la justicia
que aprendió en sus aulas de clase no existe, John se niega a matar o torturar
a sus enemigos y considera que lo correcto es llevarlos ante los fiscales,
quienes se encargarán de juzgarlos conforme lo que las leyes dispongan.
Sin
embargo, los hechos le hacen ver la realidad: las personas que tienen el poder
en los pueblos y los delincuentes, son acérrimos aliados, que incluso intentan
poner fin a la vida de John, quien, finalmente, admite con nostalgia que Toro
tenía razón y, que la justicia por la que siempre luchó no existe.
Las
películas que muestran al abogado como corrupto, reflejan lo que la sociedad
piensa de este gremio profesional, y que, hasta cierto punto, tiene su grado de
verdad. Sin embargo, el Llanero Solitario representa la ingenuidad con la que
muchos deciden estudiar derecho.
Recuerdo
mi primer día en la facultad de leyes. Un profesor nos preguntó: ¿Por qué decidieron
estudiar derecho? Varias de las respuestas de los entusiasmados estudiantes de
primer semestre tenían un sentido de compromiso frente a la sociedad
relacionado con la sed de justicia.
Con
el paso de los semestres, y sobre todo, al final de la licenciatura, la
pregunta hecha por aquel profesor quedó en el olvido por algunos de los
estudiantes, y las respuestas de mis compañeros tampoco volvieron a expresarse en
los hechos, ya que de forma consciente o inconsciente habían cambiado de
parecer.
Algunos
de los alumnos que trabajaron y estudiaron a la par, hundieron en la memoria
aquel motivo que los llevó a estudiar derecho y se dedicaron de forma mecánica
al trabajo de la abogacía. Algunos otros decidieron formar parte de actividades
políticas que los llevaron a actuar según el modelo clásico del abogado en la
sociedad: el que roba, estafa o corrompe.
Otros,
de forma consciente y tras momentos de reflexión, originados quizá de dolorosas
experiencias prácticas, se dieron cuenta de que la justicia que ellos creían, y
que incluso, la misma universidad hace creer que forma parte de la realidad, no
es palpable.
Finalmente,
la gran mayoría de los jóvenes que solo se desenvolvieron en las aulas,
salieron de la facultad sabiendo como testigos de oídas que estaban por
enfrentarse a un sistema jurídico viciado que estaban dispuestos a vencer.
¡Buena suerte a todos ellos!
Casos
más drásticos son aquellas personas dedicadas a la literatura, la filosofía y
otras ciencias sociales que comenzaron estudiando derecho y con el tiempo, decidieron
estudiar alguna otra cosa al considerar que la carrera de leyes era una burla y
hasta cierto punto perniciosa e inútil.
Como
pasante de derecho y futura abogada estoy consciente de la realidad del sistema
de justicia mexicano… de lo utópico e infernal que puede llegar a ser, sin
embargo, considero que esa chispa del estudiante de leyes que concibe al
derecho como la herramienta pilar de la justicia, o que al menos, puede hacer que las cosas mejoren no debe
abandonarnos jamás.
Quizá,
aquellos que amamos el derecho nunca alcanzaremos la anhelada justicia, quizá
nuestra causa siempre estará perdida…pero sigamos al pie del cañón, luchando
por lo que quizá nunca será.
Esta frase fue fascinante " Quizá, aquellos que amamos el derecho nunca alcanzaremos la anhelada justicia, quizá nuestra causa siempre estará perdida…pero sigamos al pie del cañón, luchando por lo que quizá nunca será. " Soy Argentina y estudiante de derecho, amante del derecho...
ResponderEliminarTe acompaño desde aquí tanto ética como moralmente.
Siempre adelante y luchando, éxitos!
Saludos!
Lara